Por: Ana Mercedes Botero – Directora Innovación Social en CAF
Imagine una comunidad que se organizara para dar servicios de crédito, ahorro e inversión a los más vulnerables. Donde el número máximo de integrantes fuera de alrededor de 70 personas para garantizar que todos los miembros tuvieran voz y voto. Donde las ganancias que se generan fueran para los propios clientes. Y que, además, incentivara el ahorro -por poco que fuera- y los emprendimientos de todos sus miembros.
¿Cree que lo que les cuento es posible? Pues bien, este concepto existe, es operativo, y ya funciona, a través de los Bankomunales, en varios países de América Latina y el Caribe, como Argentina, Bolivia, Colombia, Venezuela, la República Dominicana y Haití.
El funcionamiento de los Bankomunales es sencillo: miembros de una misma comunidad -generalmente de escasos recursos- se juntan para crear una especie de cooperativa y se erigen tanto en accionistas como en demandantes de crédito. Ellos son los dueños del capital y asumen el negocio de darse créditos para generar ganancias y repartírselas, sin necesidad de fondos externos.
En los Bankomunales, el mecanismo de captación de fondos para crédito se logra mediante un concepto denominado “microinversión”: los socios invierten comprando las acciones que quieran y en el momento en que lo deseen. Sólo los asociados pueden comprar acciones y recibir crédito, de modo que son al mismo tiempo clientes e inversionistas.
El resultado: inclusión financiera de un grupo de la población que de otra manera no tendría acceso a servicios financieros, seguridad, creación de tejido social, confianza y educación financiera.
Los pobres sí tienen dinero y capacidad de ahorro
Los Bankomunales, creados hace más de 15 años, forman parte de un movimiento global acuñado por Salomón Raydán como “la otra micro finanza”, que está orientado a mejorar las finanzas informales para convertirlas en mecanismos seguros y capaces de satisfacer las necesidades de ahorro, inversión y crédito de las comunidades menos favorecidas.
Y es que los pobres sí tienen dinero. El problema de la falta de ahorro en las poblaciones más vulnerables no está tan ligado a la carencia de recursos como a la falta de mecanismos apropiados que puedan capturar eficientemente este ahorro. De la misma manera que en contextos macro económicos existen momentos en que se producen excedentes y otros donde hay necesidades de financiamiento, en los círculos más vulnerables sucede exactamente lo mismo. Y los Bankomunalesbuscan justamente acoplar excedentes y necesidades para beneficiar a sus miembros, quienes en su mayoría no tienen acceso a ningún otro tipo de financiamiento.
El modelo de Bankomunalesha sido probado a pequeña escala en 20 países de cuatro continentes. Su eficiencia ha sido ampliamente reconocida y documentada pero, sin embargo, al igual que otras metodologías sociales desarrolladas por emprendedores sociales en todo el mundo, los Bankomunalesno han podido escalar su acción para llegarle a una gran mayoría.
En este sentido, CAF -banco de desarrollo de América Latina-, en alianza con la Fundación de Financiamiento Rural (Fundefir), ha decidido impulsar el modelo de Bankomunales en diferentes países de la región con la finalidad de que los más vulnerables accedan a servicios financieros y, con ello, incidir en el alivio de la pobreza.
Por qué los pobres deberían entrar al sistema financiero
En América Latina 250 millones de personas viven sin acceso a productos financieros formales, sólo el 51% cuenta con una cuenta de ahorro y un reducido 11% tiene un crédito formal. El alto costo de llevar servicios financieros a los más vulnerables ocasionado por el difícil acceso al cliente y el manejo de riesgo, entre otros, hacen que el financiamiento a estos sectores sea poco atractivo para el sector financiero.
Sin embargo, son muchos los estudios que coinciden en que el acceso a servicios financieros es un elemento clave para lograr salir de la pobreza. La explicación es la siguiente: cuanto más pobre es una persona, mayor necesidad tiene de acceder a mecanismos financieros que le ayuden a mitigar las irregularidades en su ingreso, facilitando el acceso al ahorro cuando tiene excedentes y a capital (crédito) cuando tiene necesidades.
El acceso a servicios financieros de calidad sigue siendo una importante deuda de la sociedad para con los sectores más vulnerables. Pero el reto no está en ampliar el micro crédito, sino en innovar para desarrollar nuevos modelos que brinden servicios y productos financieros variados y adaptados a las verdaderas necesidades de las poblaciones más pobres.
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Este artículo se publicó simultáneamente en caf.com y en El País Planeta Futuro