Por: Salomon Raydan @salomonrHace unas semanas @carlosgomezgil profesor de cooperación para el desarrollo en la Universidad de Alicante y autor de “El colapso de los microcréditos en la cooperación para el desarrollo” publicó en el prestigioso periódico El País de España, un artículo donde se cuela la siguiente frase “los microcréditos representan uno de los mayores fracasos en las políticas de cooperación al desarrollo”.
Desde hace unos años se ha venido analizando y estudiando este tema, pues el fracaso no se ha expresado tan solo en su impacto en la reducción de pobreza, sino también a la manera en que esta industria ha evolucionado. El propio Yunnus llegó a decir en una entrevista que el Micro crédito se ha convertido en un negocio hasta al punto que le resultaba “repugnante, ofrecer ganancias a los inversionistas a partir de los dineros de los pobres…”, pues la micro finanza debe ir en la dirección de ayudar a los pobres a retener su dinero, más que en re- direccionarlo hacia los ricos”
Aunque no coincido con todo lo expuesto por el profesor Gómez Gil de la Universidad de Alicante en su artículo, desde hace años hemos sostenido que “El micro crédito fue un error histórico vendido al público por grandes estrellas mediáticas”.
Este error histórico movilizó cientos de millones dólares a estimular el crédito de las familias, sin entender que el verdadero amortiguador de la pobreza era el ahorro. Si tan solo una fracción de estos recursos se hubiesen movilizado a desarrollar mecanismos idóneos, seguros y rentables para que los pobres pudieran ahorrar, seguramente el impacto sobre la pobreza hubiese sido mucho mayor.
Ahora bien, más allá de las críticas que podemos expresas al micro crédito, no hay duda que se impulsó una industria multi-millonaria, cuya orientación ha sido llevar servicios de créditos a los sectores económicamente menos favorecido. En la medida en que los grandes capitales financieros percibieron el negocio de dar crédito a los pobres, aquellos soñados beneficios pasaron de los clientes a los inversionistas.
Esto ha implicado un abandono de la población inicialmente objetivo, los más pobres, hacia micro- empresarios y sectores de la clase media, capaces de pagar las altas tasas de interés que el negocio demanda. La visión de sostenibilidad que ansiosamente se buscaba, pasó a ser una visión de rentabilidad y muchas organizaciones que inicialmente capturaron dinero de cooperación para ayudar a los más desfavorecidos, se convirtieron rápidamente en proveedores de rentabilidad a sus accionistas.
El movimiento de “la otra micro finanza” con el cual hemos planteado utilizar antiguos mecanismos informales asociativos como estrategia para llevar servicios financieros de calidad a los sectores vulnerables y con el cual hemos enfatizado en el ahorro y no el crédito como necesidad primordial de estos sectores populares, también comienza a enfrentarse al “canto de sirenas de la rentabilidad”.
El argumento de fondo es que “solo podrá crecer esta revolución del ahorro” si se cuenta con la estrategia de sostenibilidad que permita la auto-réplica y el crecimiento de los modelos utilizados para aumentar la cobertura y el impacto.
Este es un enorme reto que sin duda hay que enfrentar. Nosotros en FUNDEFIR hemos iniciado un modelo que busca precisamente, lograr la sostenibilidad para la expansión de nuestro modelo que hemos llamado “El BK Club”. Una estrategia específicamente dirigida a lograr que nuestros Bankomunales puedan permanecer suficientemente integrados y acompañados, como para obtener el impacto que solo los largos períodos pueden lograr. Los cambios sociales requieren de mucho tiempo y solo con una estrategia que nos haga sostenibles y menos dependientes de fondos no-rembolsables, puede ayudarnos a garantizar los largos tiempos que estos cambios sociales requieren
Si bien creemos que es importante desarrollar sostenibilidad, debemos tener cuidado de no caer en la tentación de lo que se ha llamado “el enfoque de mercado”. Una cosa es lograr sostenibilidad y otra muy distinta tener un enfoque de mercado. Al igual que ocurrió con la micro finanza tradicional, el enfoque de mercado pudiera llevarnos a hacer prácticamente cualquier cosa para atraer los capitales requeridos para desarrollar una estrategia que nos permita crecer como movimiento. Honestamente creo que la industria de la micro finanza es un buen ejemplo de lo que no debe ocurrir. Si bien han logrado ser “rentables” y pueden ofrecer altos rendimientos a sus inversionistas, lo han logrado sustituyendo las prácticas de los “tiburones del crédito” que tanto criticaban al inicio.
En esta “otra micro-finanza” que proponemos, sostenerse es deseable, pero también nos debe importar el cómo lo hacemos.